Cada 5 de junio se conmemora, desde 1973, el Día Mundial del Medio Ambiente, que este año celebra su cincuenta aniversario con el foco puesto en uno de los temas más graves a los que nos enfrentamos: la contaminación por plásticos. «El flagelo de la contaminación por plásticos es un peligro visible que afecta a todas las comunidades del mundo», declaró el Sr. Jean-Luc Assi, ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de Costa de Marfil, país anfitrión de este año.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), desde 1950, se han producido aproximadamente 9.200 millones de toneladas de plástico, lo que ha dado lugar a la generación de unos 6.900 millones de toneladas de residuos plásticos primarios. Asimismo, más de las tres cuartas partes de estos desechos plásticos se descartaron y terminaron en vertederos, basureros, flujos de desechos no controlados o mal administrados, o en el medioambiente natural, incluidos los océanos. Por no mencionar que la ONU estima que las personas ingieren más de 50.000 partículas de plástico cada año, e incluso muchas más si se tienen en cuenta las partículas inhaladas.
Este año, el Día Mundial del Medio Ambiente celebra su cincuenta aniversario con el foco puesto en la contaminación por plásticos
Además, según el informe de 2021 de la UNEP Ahogándose en plásticos: basura marina y desechos plásticos, más de 400 millones de toneladas de plástico se producen en el mundo cada año, de los cuales la mitad se conciben para una vida útil de un solo uso.
Pese a que estas alarmantes cifras demuestran que la contaminación por plásticos no es un problema emergente, en la actualidad se estima que entre 19 y 23 millones de toneladas de plástico se filtran anualmente en los ecosistemas acuáticos, desde lagos hasta ríos y mares, desde fuentes terrestres.
De la contaminación a la solución
UNEP advierte décadas de crecimiento económico y una creciente dependencia de los plásticos desechables han dado lugar a un torrente de desechos no gestionados que se vierten a los diferentes cursos y masas de agua, lo que provoca, principalmente, afecciones a la fauna y flora acuáticas y pérdidas millonarias para las economías de los países. De seguir al ritmo actual y no poner soluciones, se estima que los once millones de toneladas métricas de plástico que actualmente ingresan al océano anualmente se triplicarán en los próximos veinte años.
En un intento por abordar la contaminación plástica, la Comisión Europea adoptó en 2018 una estrategia dirigida a mejorar la gestión del plástico en la UE, en la que plantea que para 2030 todos los envases de plástico sean reciclables, así como que se reduzca el consumo de plásticos de un solo uso y el uso de microplásticos.
El problema, que se ha convertido en una crisis global que requiere atención y acción tanto inmediatas como sostenidas, no es fácil de afrontar, pero tampoco es imposible. Tenemos los conocimientos necesarios, pero necesitamos la voluntad política y la acción urgente de los gobiernos para abordarla, de manera que amplifiquen e implementen medidas eficaces dirigidas aprovechando los avances científicos y las soluciones ya existentes.
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El pasado mes de mayo, la ONU trazó una hoja de ruta para solucionar la contaminación mundial por plásticos a través del informe Cerrar el grifo: cómo el mundo puede poner fin a la contaminación por plásticos y crear una economía circular. Se trata de la adopción de un enfoque circular que evite que los plásticos entren en los ecosistemas, en nuestros cuerpos y en la economía: «La manera en que producimos, utilizamos y eliminamos los plásticos está contaminando los ecosistemas, lo que provoca riesgos para la salud humana y desestabiliza el clima», dijo declaró Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA, durante su presentación.
En este sentido, la ONU afirma que un cambio hacia una economía circular puede reducir el volumen de plásticos que llegan a los océanos en más de un 80% para 2040; reducir la producción de plástico virgen en un 55%; ahorrar a los gobiernos 70.000 millones de dólares para 2040; reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 25%; y crear 700.000 puestos de trabajo adicionales, principalmente en el sur del mundo.
Economía circular: el camino de las erres
Según el informe citado anteriormente, la solución pasa por aplicar una serie de cambios para llevar a cabo la transformación del mercado hacia la circularidad: reutilizar, reciclar y reorientar.
Si bien la ciudadanía ya tiene estas tres erres más o menos interiorizadas, el catalizador del cambio han de ser los gobiernos elaborando leyes para reducir la producción de plásticos nocivos e innecesarios, incentiven las prácticas empresariales sostenibles e inviertan en mejores infraestructuras de gestión de desechos.
Así, por ejemplo, es posible crear un modelo de negocio más favorable, atractivo y convincente en favor de los productos reutilizables. Por otro lado, la ONU dice que es posible reducir la contaminación por plásticos en un 20% adicional para 2040 si el reciclaje se convierte en un negocio más estable y rentable y, para ello, de nuevo los gobiernos han de implementar directrices y prácticas para sea así. Por último, muchos de los plásticos que utilizamos pueden ser reemplazados por materiales alternativos, de manera que una reorientación en las cadenas de fabricación de determinados productos, podrían suponer una disminución adicional del 17% de la contaminación por plásticos.
El papel de la industria del agua
En el sector del agua, la necesidad de implementar un enfoque circular no es por la generación de residuos plásticos per se, sino que se centra en la mejora de la eficiencia del uso del agua en los procesos productivos y en la recuperación de agua regenerada, materia orgánica y nutrientes para nuevos usos.
Además, juega un papel relevante a la hora de evitar que los residuos plásticos lleguen a los cursos de agua. Un ejemplo de ello es la solución TecnoGrabber© de TecnoConverting Engineering, unas cestas de retención de residuos sólidos que se instalan en los colectores de salida de la red de saneamiento, y que ha evitado, desde 2020, que más de 472 toneladas de residuos lleguen a nuestros ríos y mares.
El sector del agua ha de seguir trabajando para impulsar el consumo de agua de grifo en detrimento del agua embotellada
Más allá del beneficio directo de evitar el vertido de residuos al medio, la solución sirve de ejemplo en campañas de divulgación y educación ambiental para mostrar a la ciudadanía la ingente cantidad de residuos plásticos que llegan a los cursos de agua. Así, en materia de educación y sensibilización, el sector del agua puede jugar un papel crucial al educar y concienciar a la población sobre los efectos perjudiciales de la contaminación por plásticos en los ecosistemas acuáticos.
Por otro lado, en materia de investigación, el sector del agua puede invertir en el desarrollo de tecnologías innovadoras para abordar la contaminación por plásticos, como métodos más eficientes de filtración y remoción de microplásticos, así como la investigación de materiales biodegradables y compostables que puedan reemplazar al plástico convencional. Es el caso del proyecto FIBERCLEAN, en el que participa DAM Aguas, cuya línea de investigación es el desarrollo de nuevas tecnologías relacionadas con el lavado de las prendas y la depuración de aguas residuales para la eliminación o disminución de microfibras, que sean compatibles con sistemas convencionales. Otro proyecto dentro del sector del agua es INCOVER, en el que está presente Aqualia, que desarrolla ecotecnologías innovadoras para la recuperación de recursos de las aguas residuales, entre ellos, bioplásticos a partir de algas, bacterias y levaduras.
Y, por supuesto, el sector del agua ha de seguir trabajando para proporcionar a los ciudadanos agua potable en calidad y cantidad suficientes e impulsar el consumo de agua de grifo en detrimento del agua embotellada, siguiendo las directrices de la estrategia europea a través de la Directiva sobre agua de consumo.
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