Restauración. Tierras. Recuperación.
El Día de Lucha contra la Desertificación y la Sequía de 2021 se centra en la transformación de las tierras degradadas en tierras sanas. De ahí su título: "Restauración. Tierras. Recuperación". La restauración de las tierras degradadas contribuye a la resiliencia económica, a la creación de empleo, al aumento de los ingresos y a una mayor seguridad alimentaria; ayuda a recuperar la biodiversidad; permite capturar el carbono atmosférico que calienta la Tierra, disminuyendo así el efecto del cambio climático; y favorece una recuperación verde de la pandemia de COVID-19, ya que la restauración de los paisajes naturales reduce el contacto directo entre la vida silvestre y los asentamientos humanos, lo que crea una barrera natural contra las zoonosis.
En torno a tres cuartos de la tierra del planeta, que no está cubierta de hielo, ha sido alterada por el ser humano para satisfacer la creciente demanda de alimentos, materias primas, carreteras y hogares. En estos momentos, evitar, ralentizar y revertir la pérdida de tierra productiva y de ecosistemas naturales es tanto urgente como esencial para lograr una rápida recuperación de la pandemia y garantizar la supervivencia a largo plazo de las personas y el planeta.
Los compromisos actuales de más de un centenar de países, ya acordados con motivo del comienzo del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas, concretan la restauración de cerca de 800 millones de hectáreas-comparable en tamaño a la superficie de China- a lo largo de los próximos 10 años. Si restauramos esas tierras, podemos conseguir enormes beneficios para las personas y el planeta.
¿Sabías que...?
En torno a tres cuartos de la tierra del planeta que no está cubierta de hielo se ha transformado, principalmente para satisfacer la demanda de alimentos, materias primas y asentamientos humano.
La degradación de las tierras menoscaba el bienestar de hasta 3.200 millones de personas .
El cambio en el uso de la tierra constituye el principal impulsor de enfermedades infecciosas emergentes en humanos, de las cuales más de un 60% son zoonosis.
¿POR QUÉ SE CONMEMORA EL DÍA MUNDIAL DE LUCHA CONTRA LA DESERTIFICACIÓN Y LA SEQUÍA?
En 1994, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 17 de junio como el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía (resolución 49/115 ) para fomentar la conciencia pública sobre el tema, así como también la puesta en acción de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD) en aquellos países afectados ya sea por graves sequías, por desertificación, o por ambas, en particular en Africa.
La materia requiere una importante atención aún más especial en estos tiempos. Cuando la tierra se degrada y deja de ser productiva, los espacios naturales se deterioran y transforman. Por ende, las emisiones de gases de efecto invernadero aumentan y la biodiversidad disminuye. También supone la existencia de menos espacios silvestres que amortigüen las zoonosis, como la COVID-19, y nos protejan de fenómenos climáticos extremos, como las sequías, las inundaciones y las tormentas de arena y polvo.
Colombia no es ajena a la desertificación
De acuerdo con estudios realizados por el IDEAM, cerca del 24% de las tierras en Colombia, son susceptibles a la desertificación y el 0.7% de la extensión del suelo nacional presentan procesos de desertificación.
El departamento más afectado por procesos de desertificación en el país es el de La Guajira, aunque también es posible encontrar procesos de desertificación en sectores de la cuenca alta del río Chicamocha, entre los departamentos de Boyacá y Santander. De otro lado las tierras secas de los valles interandinos y los suelos de las sabanas de los departamentos de Sucre, Córdoba y Cesar se encuentran expuestos a procesos de degradación y desertificación en la actualidad.
Es un tanto preocupante saber que las zonas más afectadas por estos procesos de desertificación en Colombia corresponde a las zonas que tradicionalmente se han destinado a la producción de alimentos, particularmente los valles interandinos, y que muchas otras, a pesar de que no se ha llegado a la desertificación, cuentan con altas probabilidades a sufrir procesos de degradación debido al sobrelaboreo y mal manejo en general.
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